El desafío del nuevo barrio, será generar el marco adecuado, para provocar las conexiones entre los nuevos actores, vecinos locales y la comunidad en general.

El predio, se ubica en el borde suroeste del casco urbano de la ciudad Paso de los Toros. La parcela, tiene más de noventa mil metros cuadrados.

Por uno de sus lados enfrenta al Río Negro, que se deja ver tras un pequeño bosque de eucaliptos y hace de borde junto a la rambla costanera. Por el otro extremo, la trama urbana existente, de típico trazo ortogonal, se encuentra trunca a la espera de que le abran paso.

Hacia el borde que enfrenta al río, el suelo se libera de construcciones, dando lugar a un gran parque costero, como si se tratara de una amplia terraza urbana que se abre al magnífico paisaje.

Vinculado al nuevo parque se ubican los programas de índole más públicos que servirán al barrio y a la comunidad.

Una cinta, sinuosa y zigzagueante, transcurre un tanto inquieta a través del parque, salvando los desniveles naturales del terreno, pasando entre los árboles y edificios, conectando los distintos programas. 

En su recorrido, se van sucediendo una serie de ¨confites¨: miradores, estaciones de contemplación y descanso, juegos infantiles, áreas deportivas, explanadas de césped para reposar o jugar, sendas para andar en bicicleta o patinar, componiendo un itinerario de múltiples usos y actividades que alcanza diversas escalas y personas. De esta forma, el Parque, adquiere una dimensión social que trasciende al barrio, promoviendo la interacción de los huéspedes extranjeros y la comunidad local.

Inmerso en el ámbito del parque, sobre el borde sur, se disponen dos volúmenes semejantes que albergan las dependencias de huéspedes que servirán a los visitantes temporales que llegan del extranjero.
Los bloques se estructuran en dos niveles sobre elevados, apoyados en una serie de pilares en V invertidos que apenas tocan el suelo, liberando el uso y las vistas a nivel del parque.

Los núcleos de circulaciones verticales se ubican en los extremos de los bloques, materializados con elementos metálicos ligeros que cuelgan de la estructura principal del edificio, desarrollada en hormigón pre moldeado.

Una piel envolvente de chapa perforada nos permite controlar la incidencia de la luz y el sol sobre las fachadas. La cara que se abre al río, está equipada con una serie de postigos corredizos plegables que rompen la pureza volumétrica y aportan cierta variación al accionar su apertura.

El recorrido del parque transcurre libre bajo los bloques, brindando al paseo un momento de extrañeza a la vez que una pausa, bajo una estructura porticada que nos brinda cobijo en un día lluvioso de invierno o del sol en verano.

Una serie de nuevas manzanas, aloja 60 nuevas viviendas unifamiliares, con una densidad de ocupación similar a la existente en la zona.

Trabajamos en base a cinco tipologías diferentes, donde apenas hemos variado la resolución formal de las cubiertas, alternando planas e inclinadas a diferentes aguas.

Una acotada paleta de colores, aporta cierta variación cromática, que junto a la diversidad de volúmenes, emula la complejidad morfológica de las áreas aledañas ya consolidadas.

La elección de materiales y los distintos procesos constructivos, dotan al conjunto de un carácter particular que conjuga lo artesanal y lo industrial, contrastando, el hormigón pre moldeado y la chapa con el trabajo tradicional de madera y el hierro.

Coordinación general: Arq. Nicolás Guerra
Proyecto: Arq. Fernando De Rossa

Jefa de proyecto: Arq. Virginia Miguel
Equipo de Proyecto: Arq. Gabriela Alvarez, Arq. Valentina Dalla Rosa, Arq. Fernando de Medina, Arq. Deisy Brandi
Dirección de obra: Arq. Virginia Miguel, Arq. Fernando de Medina, Arq. Leandro Renovales, Arq. Silvia Cáceres, Arq. Bruno Mayobre
Colaboradores: Arq. Claudia Curbelo, Arq. Fernando Duarte

Ingenierías: CSI Ingenieros consultores
Acondicionamiento térmico: Lagormasino & Asociados
Construcción: Cujó.

Fotos: Marcos Guiponi, Aldo Lanzi, Andrés Bartet