La plaza sobre la que se posa el prisma abstracto se trata, a modo de contraste, con un trazado blando y sinuoso de matriz pintoresca, en el que se alternan sucesivamente pavimentos secos, el verde y un delgado espejo de agua. Esta se complementa por una segunda plaza elevada que a modo de jardín introduce un nuevo exterior al interior del edificio.

También su diseño libre, que incorpora el verde, dialoga por contraste con el rigor formal del prisma abstracto construyendo un paisaje ameno a las zonas de trabajo. Un espacio que aspira al carácter de la lograda terraza diseñada tempranamente por un joven Burle Max para el Ministerio de Educación y Salud de Rio de Janeiro.

Sobre las fachadas este y oeste del edificio se le adiciona un sistema de parasoles de aluminio fijo para protección pasiva de la radiación directa del sol.

Como complemento en la piel de vidrio, con el objetivo de lograr un ahorro energético, se intercalan paños de aberturas móviles de manera de permitir el intercambio natural de aire interior-exterior que complemente el sistema de aire acondicionado y extracción mecánico.

Al interior del edificio el programa se organiza en cuatro estratos superpuestos vinculados por dos núcleos paralelos infraestructurales. Soterrados se ubican los estacionamientos y las áreas de servicio. La planta baja se deja libre como gran hall de acceso para enfatizar el carácter público del encargo.

En un segundo nivel de doble altura y conectado mediante un puente a la Torre Ejecutiva se disponen las áreas de uso mayormente público que complementan los servicios de la Torre. Sector en el que el auditorio ocupa socavado el lugar central haciendo de gran ventana que se abre por sobre las copas de los arboles de la plaza al horizonte lejano del río.

Los tres niveles siguientes son de planta libre y giran en torno a un gran hueco central que descansa en la plaza elevada que, emulando al auditorio, se abre en forma terraza sobre la plaza baja en vistas hacia el horizonte. De ellos: los dos primeros pisos corresponden a la futura ubicación del INE, mientras que el restante y superior queda destinado a presidencia.

En la materialización del prisma se opta por la expresividad tectónica del hormigón armado que en la prolongación de los frentes de las losas interrumpe la envolvente atectónica y continua de vidrio. Recurso que dialoga y refiere explícitamente al modo en que se resuelven, tanto, las fachadas del Panamericano de Raúl Sichero, como las fachadas del Positano de Luis García Pardo.

Un prisma unitario que en sus reflejos se solidifica durante el día, mientras que en la noche devela su estructura.

El edificio de cinco plantas consta de una estructura de losas, vigas y pilares de hormigón armado. Esta se complementa por dos núcleos infraestructurales, también de hormigón armado, que albergan los sistemas de comunicación ductos y servicios de cada piso.

En los dos niveles inferiores y más públicos el hormigón se deja visto, del mismo modo que en los frentes de las losas que interrumpen la envolvente de vidrio.

La envolvente horizontalmente continua consta de paños de vidrio mínimamente coloreados que salvan el total de la luz entre cada losa.

En la cara sur y norte del edificio los paños son fijos, mientras que en la cara este y oeste estos se alternan con paños móviles pivotantes para permitir la ventilación natural.

A su vez a las caras este y oeste del edificio se les incorpora una segunda piel de parasoles fijos de aluminio.

Proyecto: Arq. Fernando De Rossa, Arq. Pedro Livni
Colaboradores: Federico Lapeyre, Agustín Fierro.